Este domingo comenzamos la celebración de la Santa Misa con una procesión al tiempo que rezábamos las Letanías: hemos pedido a los santos y santas que están en el cielo que rueguen por nosotros, que hablen a Jesús de nosotros, de nuestras necesidades.
En este tiempo de Cuaresma nos preparamos para la renovación de nuestras promesas bautismales, para aquellas que un día, cuando fuimos bautizados, al ser de pequeños, hicieron por nosotros nuestros padres y padrinos.
Para ello tenemos que pedir a Jesús que nos ayude a no caer en la tentación, como hizo Él en el desierto: lo importante no es tener más cosas, más poder, ganar en todo, sino ser capaz de amar como Él nos ama, que es muchíiiisimo.
El Miércoles de Ceniza, cuando el sacerdote nos impone la ceniza nos dice: "Conviértete y cree en el Evangelio". Convertirse es cambiar el corazón, quitar de él todos los malos sentimientos, los egoísmos, los rencores, las desobediencias, la pereza, las peleas, ... Esto, que tenemos que hacerlo durante todos los días del año, ahora es un tiempo favorable para intentarlo con más fuerza: Durante esta Cuaresma, cada día tenemos que pedirle a Jesús que nos ayude a cambiar en nuestro corazón aquello que nos aleja de Él.
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